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lunes, 17 de abril de 2017

Escritos de los Padres Apostólicos: La Didaché

     Para algunos creyentes el cristianismo que profesamos en nuestra época es el resultado de un salto directo del tiempo apostólico al presente, dejando el tiempo comprendido entro estos dos eventos como un gran vacío espiritual, teológico e histórico. Sin embargo, la realidad es totalmente diferente porque el mismo Espíritu que obró poderosamente en el nacimiento de la iglesia, continuo su labor por dos mil años y lo hace en nuestra época, y continuará su obra hasta el retorno de nuestro Señor Jesucristo. 
      Visto de este modo no resulta difícil concluir que la iglesia contemporánea posee un patrimonio teológico e histórico de gran valor, siendo las Sagradas Escrituras el punto de partida y llegada para evaluar adecuadamente, esta rica herencia que poseemos.

     La Didaché es un manual de la iglesia del cristianismo primero, también llamada Doctrina de los apóstoles o Doctrina del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles.  El manual consiste en dos partes y consta de dieciséis capítulos que se dividen claramente en tres partes:

         1) Un tratado moral conforme al modelo más antiguo de “Los dos caminos”, que presenta los caminos         de la justicia y la injusticia, de la vida y la muerte, respectivamente, y abarca los seis primeros capítulos.
        
        2) La segunda parte del capitulo siete al décimo, contiene instrucciones referentes a ritos y ministerios            de la iglesia.

        3) La tercera parte expone instrucciones disciplinares, siendo el último capitulo, una invitación a la vigilante              espera de la segunda venida del Señor o Parusía.

     La obra es, indudablemente, de fecha muy primitiva, como se ve por la evidencia interna del lenguaje y su enseñanza. Así por ejemplo, el orden profético itinerante no ha sido desplazado todavía por el ministerio localizado permanente, sino que existen el uno al lado del otro, como durante la vida de Pablo (Ef. 4:11; 1ª Co. 12:28).
    En segundo lugar, el episcopado no ha pasado a ser todavía universal; la palabra “obispo” se usa como sinónimo de “presbítero”, y el escritor, por tanto, une “obispos” con “diáconos” (Did. 15) como hace Pablo (1ª Ti. 3:1-8; Fil. 1:1) bajo circunstancias similares. Ambos son elegidos por la comunidad mediante la ordenación.
   En tercer lugar, por la expresión en Did. 10: “después de haberos saciado”, se ve que el ágape sigue siendo parte de la Cena del Señor. Finalmente, la simplicidad arcaica de sus sugerencias prácticas sólo es compatible con la más tierna infancia de la Iglesia. Estas indicaciones señalan el primer siglo como la fecha de la obra en su forma presente.

a) Autor y fecha de composición:

   Del autor no sabemos nada. Probablemente fue un maestro cristiano procedente del judaísmo, y ambientado en el círculo de Santiago, “el hermano del Señor”, como parecen demostrar las semejanzas en la Didaché y la carta de éste. Toma sus enseñanzas del Antiguo y Nuevo Testamento, si bien apenas si recurre a citas literales, sólo alude a pasajes de ellos. El autor escribe en un tono de aseveración, sin reserva ni vacilación en lo que afirma, enseña y manda. Nadie, ni un apóstol o profeta puede quitar ni añadir a lo escrito. El redactor habla con autoridad, aunque no se presenta como depositario personal de una revelación. Quizá se trata de un apóstol fundador de una iglesia, a la que deja este breve escrito como resumen de sus enseñanzas, antes de partir hacia otro lugar, buscando fundar nuevas iglesias.
    La fecha de composición va de alrededor del año 70 a los años 96-98, siempre anterior al siglo II, prolijo en herejías, no mencionadas en la Didaché y tan presente en los últimos escritos joánicos y en las cartas de Ignacio.

b) Transmisión y manuscritos:

 
   La Didaché fue descubierta por el metropolita Bryennios en el mismo manuscrito que tiene la copia completa de la Epístola de Clemente, y es llamado el manuscrito Constantinopolitano o Hierosolimitano, por haberse encontrado en la biblioteca del Hospital del Santo Sepulcro de Constantinopla y haber sido trasladado después, en 1887, a la biblioteca del patriarcado en Jerusalén.  El manuscrito tiene fecha de 1056. Pero, aunque Bryennios anunció una lista del contenido de este documento en 1875, pasaron ocho años antes de que fuera publicada la Didaché.
     Cuando al fin, en 1883, fue ofrecido el texto al mundo, se demostró que su interés e importancia excedía a las más altas expectativas. Se ha admitido en general que es la obra mencionada por Eusebio y citada también por Clemente de Alejandría como “Escritura”. Es la base del séptimo libro de las Constituciones Apostólicas.
    En el lenguaje y en el contenido presenta íntima afinidad con muchos otros documentos primitivos, especialmente los Cánones Eclesiásticos y la Carta de Bernabé. Gebhardt descubrió también un fragmento de una traducción latina, que se contiene en el códice de Melk, perteneciente al siglo XI. Son muy importantes los restos de una traducción copta, conservados en el papiro Oxirrinco (n. 9.271) del Museo Británico, del siglo V, traducción que procede posiblemente de la primera mitad del siglo III. Así, aunque sólo hay un manuscrito existente de la Didaché en su forma presente, la incorporación de una gran parte del mismo en los escritos patrísticos y los manuales de la iglesia primitiva hace el problema de su origen y desarrollo peculiarmente interesante.

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